En esta búsqueda errante, se le ha confiado al viajero entre suspiros, la morada del hombre que ha sabido más de este mundo que ningún otro. Casa llena de sombras y semblante triste, bajo la más intensa luz del sol de medio día, arropada bajo un pino gigante; en silencio total, la puerta de su entrada adornada con vidrios multicolores que recuerdan las oscuras botellas de licor vacías en las casas de las abuelas, donde los rayos de luz blanca se convierten en marrón y bañan con profunda tristeza la losa fría del piso, paredes cubiertas con madera, con cúmulos de libros amontonados sobre ellas, el sonido de un viejo reloj resuena lúgubre, marcando mal la hora, como si el tiempo importara en ese lugar, el sonido de los pasos se ahoga en hojas sueltas, escritas con las más hermosas poesías, garabatos de formulas matemáticas y versículos de libros sagrados.
Adelante y bienvenido sagrado visitante, soy el hombre que desde antes de mudar sus dientes cuando niño ha viajado por el mundo a través de las negras letras que otros han escrito, devorando para tratar de saciar el hambre insaciable del saber, comiendo de lo que las mentes más brillantes que jamás has de conocer, me han dado de alimento, descubriendo principios y leyes; cuanto más sabía más buscaba saber, cuanto más entendía más ardía el fuego de la curiosidad. Con cada libro que terminé, ahí estaba otro para servir; con cada texto que leí, había más paginas a la izquierda que girar.
He hablado con sabios y tontos, con viajeros extravagantes, buscadores, aventureros, guerreros derrotados y esclavos victoriosos; con tiranos disfrazados de patriotas, con libertadores manipulados, con filósofos y embusteros, con locos y con aquellos que platican con los dioses. Estoy seguro que también demonios han venido a visitarme.
Conozco la historia de naciones que jamás conoceré, de grandes hazañas pasadas, de hombres que jamás podré mirar. me encuentro empapado en la complejidad de
la ciencia y del correcto lenguaje. Sé idiomas que jamás podré usarlos con nadie.
Pero al final no he visto nada de lo que sé, esta vida ha cobrado su precio y se encuentra hoy en sus límites, mi fracaso es que conozco un mundo en el que jamás viví.
Callaron un momento, la tarde llegaba. Reflexionando el viajero errante le preguntó al sabio al fin, ¿ha sido todo por nada? es decir, dado que tu sinceridad, rivaliza con tu sabiduría, ¿acaso en verdad has cometido un error? Nunca he conocido a un hombre tan sabio, para que resultara ser después de todo un tonto.
Sonriendo el sabio, tomando un poco de té, pregunto al viajero si hablaría para el de sus viajes y lo que en ellos había aprendido. El viajero comenzó diciendo:
He visto tesoros sin encontrar, he visto el adoquine de todas las plazas del mundo, he probado el sabor del frío viento de mil montañas; he visto la lucha del que sobrevive y el páramo donde los sueños perdidos encuentran su resguardo; he visto lo mejor y lo peor que el hombre procura esconder; he visto a los decadentes hurgando entre las ruinas de su soberbia; he visto al humilde sonreír ante lo simple; he visto flores que nacen entre la devastación y la ira; he visto aquellos que buscaban en la esperanza, encontrando significado donde nunca antes lo había; he visto a los que asaltaban fortalezas, mientras otros las defendían; he visto los que prometieron lealtad y huyeron y otros que no prometieron nada y se quedaron, he visto aquellos que quemaron la tierra a causa de principios con los que no comulgaban; he visto aquellos que olvidaron el agravio y amaron; he visto algunos que desde su tristeza levantaron los corazones de los desconsolados, he visto finales de cuentos de hadas en los que nadie cree y fuerza en la más terrible debilidad.
Y ahora veo un hombre que hubiera visto todo esto, pero decidió ser sabio.

No hay comentarios:
Publicar un comentario