miércoles, 2 de abril de 2014

ERRORES

Yamamoto Tsunetomo en su obra Hagakure (oculto bajo las hojas) escribió: 

"En el tiempo del Señor Katsushige, los Samurais tenían una divisa favorita: "Si no habéis sido ronin siete veces, no podréis reivindicar efectivamente el título verdadero de Samurai. Tropezad y caed siete veces, pero levantaos a la octava."  

Es muy común, que nuestro ego nos permita un estado de confianza respecto a nuestros actos cotidianos, la experiencia a veces nos dá la falsa sensación de ser infalibles en aquellas actividades que dominamos con un cierto grado de destreza. Sin embargo cuando los errores se cometen, invariablemente,  sentímos un alto grado de estupefacción, procedido de ese sentimiento de encontrar desesperadamente una explicación ajena a nosotros, una variante que nos explique como hemos podido errar en algo que nos es tan común, y por ende fácil. Al menos yo, soy demasiado orgulloso para aceptar un error facilmente, me consta perfectamente que soy muy descuidado en todo lo que hago, probablemente es una de las razones por las cuales he practicado artes marciales la mayor parte de mi vida, porque exigen un grado de atención máximo de una manera que no puede ser desatendido ningún aspecto sin sufrir una consecuencia bastante evidente (un buen costalazo), pero por alguna extraña razón que aun no comprendo, cometer un error que tenga consecuencias en terceros y que sea solo atribuible en todo o en parte a mi falta de cuidado, me sigue afectando demasiado, me sorprendo dandole vueltas y vueltas al asunto hasta que por acción del tiempo o por distracción en otras responsabilidades olvido un poco el sentimiento pero ni por poco el caso, al grado tal que recuerdo muchos errores y verguenzas que llegué a pasar en mi infancia.

Comprendo que mi actitud ante los errores es, valga la redundancia, erronea, ya que se debe saber soltar hasta aquello de lo que somos responsables, no solo como un acto de indolencia ni como mera comodidad, sino para ser capaces de actuar de manera correcta en nuestras demás obligaciones,  (es muy común que tras un error tengamos una cadena lamentable de estupideces el mismo día, bueno al menos para mí), esto sucede por quedarnos aferrados al hecho, lo cual en términos llanos podríadescribirse como seguir caminando volteando hacia atrás buscando la piedra con la que nos tropezamos. 

En la práctica del Kendo existe un término para describir un estado mental que permite corregir la mala costumbre de aferrarse a momentos pasados, denominado Zanchín, una descripción de zanchin es hecha en el Itto Ryu Densho de la siguiente manera: 

"Zanchin significa que cuando se golpéa se debe hacer sin retener la mente. Cuando intentas una técnica sin ninguna duda, aun. Y cuando ésta resulte exitosa, tu mente permanecerá ligada y retenida. Si realizas un golpe con total abandono de intención, posteriormente tu volverás automáticamente al estado en el que te encontrabas antes del golpe. Si no se pone atención en esto, tu mente se asemejará al un zorro suspicáz.... Si retienes tu mente serás derrotado cuando te encuentres un una posición de ganar y atacarás cuando estés en una posición de ser derrotado... Para compararlo con los actos del bien y el mal: si un hombre se aparta brevemente de la senda del bién  y comete un acto malvado, ganará un profundo conocimiento del significado de la bondad. Lo mismo sucede en el estudio de la espada, en todo momento te verás forzado a olvidar lo aprendido y volver al estado mental del principiante desde donde comprenderás la importancia de ser diligente en todos tus actos.

Zanchin también significa que si se actúa sin retener la mente, la mente naturalmente permanecerá, es decir que la mente volverá al lugar en el que se encontraba justo antes de nuestro acto. Cuando se vacía lentamente el contenido de una taza de té en la tierra, siempre quedarán gotas aferrandose en la orilla. Cuando rápidamente y sin pausa se lanza el líquido en la tierra, nada permanece en la taza."

Lo destacado en esta descripción primero que nada, es la importancia de no rezagar la conciencia en obsesión con lo ocurrido, más aún, que tras cometer un fallo, sin obsesionarse con ello, se debe aprender de el, como una herramienta  que nos recuerda el cuidado que debemos de tener con las cosas que hoy dominamos, como el que teníamos cuando nos eran totalmente desconocidas.

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