lunes, 28 de abril de 2014

FUEGO

Es tan frío aquí.
El viento, consigo ha llevado mis últimas hojas;
A lo profundo de los colmillos de la serpiente,
donde rápidamente envejezco.

En lo profundo de lo profundo,
el corazón late.
En lo profundo de lo profundo, 
el corazón golpea.
Como las piedras dan chispas,
dan chispas al fuego interno.
Dan chispas al corazón.

En mente y sangre.
En mente y sangre.

El fuego que toma la vida.
El fuego que dá la vida.

El corazón late,
profunda niebla ocultan
lo que tus ojos podrían ver
el camino que sigo, 
las huellas que me guían
son frías, muy frías.

Agradezco.
No necesito nada más. En la necesidad he encontrado
el fuego en mi corazón.

viernes, 25 de abril de 2014

CAMINO DE HEL

Quién me cantará
alzándome en el sueño mortuorio
cuando ande por el sendero de la muerte
y esos caminos que pise sean fríos, tan fríos

Busqué canciones
Cante canciones
cuando las gotas tocadas por los antepasados
cayeron en el pozo mas profundo.

Lo sé todo, Odín
dónde escondiste el ojo

Quién me cantará
alzándome en el sueño mortuorio
cuando ande por el sendero de la muerte
y los caminos que pise sean fríos, tan fríos

Temprano sabrá el cuervo
mi caída en los días finales

Cuando estés ante la Puerta de la Muerte
Y partas libre
te seguiré con mi canto
a través del resonante puente

¡Seras libres de los grilletes que te atan!
¡Eres libre de las ataduras que te ataban!

El ganado muere, los parientes mueren
Tu mismo también morirás
pero la palabra sobre ti nunca morirá
si te ganas una buena reputación

El ganado muere, los familiares mueren
Tu mismo también morirás
Pero se algo que nunca morira
la reputación de los que murieron

martes, 15 de abril de 2014

MOKUSO

Anterior a comenzar la sesión de entrenamiento en la mayoría de cualquier tipo de bujutsu ((武術 "Artes de combate)  se realiza un ritual denominado Mukuso (Mokso),  consistente en una breve preparación mental a forma de meditación.

Normalmente el Mokuso se realiza silenciosamente. En la mayoría de los Dojos está basado en una combinación de la postura corporal, la respiración y la concentración mental, siendo sus características más generales las siguientes:

Nos sentamos adoptando la posición de Seiza. Es posible hacer Mokuso en otras posiciones de sentado (Agura o Fuza), al igual que sentado en una silla, de pie o tumbado (Ouchaku Zazen). No obstante, la habitual en las artes marciales es Seiza, quizá influenciado por la importancia que recibe en el Reishiki.


Debemos relajar los hombros, dejando caer los brazos naturalmente, con la espalda erguida y sin inclinar la cabeza. El rostro también debe estar relajado.


En cuanto a las manos, como siempre, hay una gran variedad de opciones. Quizá la más extendida sea la adoptada del Budismo Zen, que es colocar la mano izquierda sobre la derecha (palmas hacia arriba), tocando ligeramente la parte inferior del abdomen, con los dedos juntos, pero sin presiones, y los pulgares tocándose las puntas formando un ovalo con las palmas y enfrente del Dantien. En algunas escuelas las mujeres colocan las manos al revés, esto es, la derecha sobre la izquierda.


Hay quién a cada mano le da una interpretación: la izquierda representa la calma, el espíritu, mientras que la derecha representa la acción, lo material, el ego, y ambas unidas por los pulgares, aunque existen muchas otras interpretaciones y posiciones (una mano encima o la otra, si se forma un óvalo con los pulgares, si los índices están doblados…). También hay quien deja las manos posadas sobre los muslos.


Se debe colocar la punta de la lengua en el paladar, suavemente posada sobre la cara interna de los incisivos, disminuyendo la producción de saliva y conectando el Vaso de la Concepción y el Vaso Gobernador.


Habitualmente se cierran los ojos, evitando los posibles estímulos y distracciones circundantes. Si bien esto ayuda a la realización de Mokuso (sobre todo a los occidentales y a los principiantes) no es necesario cerrar los ojos para ello, basta con entornar los parpados, en lo que se conoce como los Ojos de Buda (medio cerrados pero viéndolo todo).


La respiración es para muchos el aspecto más importante en la práctica del Mokuso. Un control de la respiración reduce el ritmo cardíaco y el estrés, relajándonos física y mentalmente. No es necesario mantener ningún ritmo ni tipo de respiración (no se debe forzar, solamente hacerla relajado).

Lo habitual es inhalar lentamente por la nariz (usando el diafragma) expandiendo el vientre, sin tensiones musculares, hasta que percibamos que no podemos inspirar más. Aquí deberíamos aguantar el aire un instante, momento en el cual empieza la exhalación (por nariz o boca), suavemente, contrayendo el vientre hasta sentir que necesitamos inspirar otra vez. Debemos empujar el aire por el espacio formado entre la lengua y el paladar.



La mente debe de estar libre de pensamientos que nos distraigan, pero completamente alerta y despierta, en un estado calmado, imperturbable, algo fácil de decir pero no de hacer.

Adoptar una postura facilitadora (en nuestro caso Seiza) y centrarnos en la respiración reduce la cantidad de pensamientos y ayuda a alcanzar el estado adecuado. La inmovilidad del cuerpo ayudará a retener la mente. Hay una parábola budista sobre esto: los seis animales y el pilar. En ella los animales están sujetos firmemente a un pilar. Uno de los animales, el mono (que representa a la mente) está tratando de huir, pero el pilar (cuerpo) se lo imposibilita.

Contar números (viendo todo el proceso de trazado de los mismos) puede facilitar la concentración, pero sin primar la cuenta sobre la acción de contar. Si perdemos la cuenta empezaremos nuevamente. Lo primordial es la respiración.

Pero ¿de donde proviene?

la palabra en si literalmente puede significar algo así como:“el acto de silenciar nuestros pensamientos” o “pensar en la nada”

El término Mokuso (黙 想) está compuesto por los caracteres:
  • 黙 Moku: no decir nada, mantener en silencio
  • 想 So: Pensamiento, idea, imaginación, consideración, concebir, imagen.
sin embargo puede tener su origen no en un mero significado compuesto originalmente de kanjis japoneses, sino en el hinduismo.

la palabra en Sánscrito "Moksha" se entiende también como liberación con respecto a “maya”, que es una de las palabras más importantes de la filosofía india, tanto hindú como budista. En efecto, el múltiple mundo de los hechos y sucesos se dice que es "maya", y comúnmente se lo entiende como una ilusión que vela la única realización subyacente de “Brahman”.

Esto da la impresión de que "Moksha" es un estado de conciencia en el cual todo el variado mundo de la naturaleza desaparece de la vista, se confunde en un ilimitado océano de espacio vagamente luminoso. Semejante impresión debería ser desechada de inmediato pues implica una dualidad, una incompatibilidad entre Brahman y maya, que se opone al principio mismo de la filosofía upanishádica.

Ahora bien, la clasificación es precisamente maya. La palabra deriva de la raíz sánscrita matr-, "medir, formar, construir o trazar un plan", raíz de donde obtenemos palabras grecolatinas como metro, matriz, material y materia. El procedimiento fundamental de la medida es la división, ya trazando una línea con el dedo, ya separando o incluyendo círculos con la extensión de la mano o de un compás, ya vertiendo granos o líquidos en medidas de volumen. Así la raíz sánscrita dva-, de donde derivamos la palabra "dividir", es también la raíz de la palabra latina duo (dos) y de la española "dual".




lunes, 14 de abril de 2014

SIETE SOPLOS.

Yamamoto Tsunetomo escribió: 

"Un viejo proverbio dice: "Decidios en el espacio de siete soplos." El Señor Takanobu Ryuzoti hizo un día este comentario: "Si un hombre tarde demasiado en tomar una decisión, se duerme." El Señor Naoshige dice también: "Si uno se lanza sin vigor, siete de cada diez acciones no llegan a término. Es verdaderamente difícil tomar decisiones en estado de agitación. Por consiguiente, si sin ocuparse de las consecuencias menores, uno se enfrenta a los problemas con la mente afilada como una navaja, siempre se encuentra la solución en menos tiempo del preciso para hacer siete soplos.."

Llama poderosamente la atención, el arrojo y la impulsividad de la mentalidad cultivada por las altas esferas guerreras del japón medieval, al grado tal que pareciera que las decisiones cotidianas eran tomadas en un total despliegue de neurosis, antojadose cuando menos irresponsables, más aun si se comparan con obras como las de Sun Tzu y Sun Bin, en donde pareciera predominar un exhaustivo análisis y evaluación de las circunstancias en base a dar cualquier paso.

El mismo autor, en sus recopilaciones que forman su obra Hagakure escribió:

"Un hombre que no para de calcular es un cobarde. Digo esto porque las suposiciones siempre tienen una relación con las ideas de provecho y de pérdida; el individuo que las hace está siempre preocupado por las nociones de ganancia o pérdida. Morir es una pérdida, vivir una ganancia y es así que se decide a menudo no morir. Esto es cobardía. Del mismo modo, un hombre que ha recibido una buena educación puede camuflar, con su inteligencia y su elocuencia, su pusilanimidad o su estupidez, que son su verdadera naturaleza. Mucha gente no se da cuenta."

Sin embargo, a pesar de lo que se pudiera considerar, dichos razonamientos no se encuentran desligados de ninguna filosofía, ya que parten (si se les deja de interpretar literalmente) de una lógica que tiene su fundamento en el Taoísmo como antecedente del Budismo Zen.

Al respecto y para dar una noción de esta lógica de modo de pensar me permito transcribir un fragmento de una obra de Alan Watts llamada "El Camino del Zen":

Aparentemente el I Ching es un libro de adivinación. Consiste en oráculos basados en sesenta y cuatro figuras abstractas, cada una de las cuales se compone de seis líneas. Las líneas son de dos clases: las divididas (negativas) y las enteras (positivas), y las figuras de seis líneas, o hexagramas, se cree que se basan en las diferentes maneras en que se suele quebrar el caparazón de la tortuga cuando se lo calienta. Este punto alude a un antiguo método de adivinación según el cual el arúspice hacía un agujero en la parte interna del caparazón de la tortuga, lo calentaba, y luego predecía el futuro de acuerdo con las rajaduras que se producían en la concha, más o menos como los quirománticos utilizan las líneas de la mano. Desde luego, estas grietas eran muy complicadas, y los sesenta y cuatro hexagramas se supone que constituyen una clasificación simplificada de los diversos tipos de rajaduras. Ahora hace ya muchos siglos que no se usa el caparazón de la tortuga, y en su lugar se determina el hexagrama adecuado al momento en que se formula la pregunta utilizando la división casual de cincuenta tallos de aquilea.

Pero un conocedor del I Ching no tiene necesidad de usar conchas de tortuga o tallos de aquilea. Puede "ver" un hexagrama en cualquier cosa: en el casual arreglo de las flores en un vaso, en objetos desparramados sobre la mesa, en las marcas naturales de un guijarro. Para un psicólogo moderno esto presenta analogías con el test de Rorschach, que sirve para diagnosticar el estado psicológico del paciente según las imágenes espontáneas que ve en un complicado manchón de tinta. Si el paciente pudiera interpretar sus propias proyecciones en la mancha podría obtener útiles datos acerca de sí mismo que le servirían para guiar su conducta futura. Debido a ello no podemos despreciar al arte adivinatorio del I Ching como mera superstición.

En realidad, un expositor del I Ching podría hacer una grave censura de nuestras maneras de tomar decisiones importantes. Tenemos la impresión de que decidimos racionalmente porque basamos nuestras decisiones en la recolección de datos acerca del asunto en cuestión. No confiamos en trivialidades que no vienen al caso, como arrojar una moneda o fijarnos en los dibujos que hacen las hojas del té en el fondo de la taza, o las rajaduras de un caparazón. Pero nos podría preguntar si realmente sabemos cuáles son los datos que interesan, pues nuestros planes son constantemente desbaratados por incidentes totalmente imprevistos. Nos podría preguntar cómo sabemos cuándo hemos recogido información suficiente para tomar la decisión. Si fuéramos rigurosamente "científicos" en la recolección de los datos para tomar decisiones nos llevaría tanto tiempo recogerlos que el momento de decidir habría pasado mucho antes de que la tarea se hubiera completado. Se nos puede preguntar, por tanto, cómo sabemos cuándo tenemos suficiente. ¿Es la información misma la que nos lo dice? Por el contrario, nos ponemos a juntar los datos necesarios de una manera racional, y luego, por una corazonada, o porque estamos hartos de pensar, o nada más que porque ha llegado el momento de decidir, actuamos. Y se nos podría preguntar entonces si esto no equivale a confiar en "trivialidades sin importancia" como si hubiéramos practicado la adivinación por medio de tallos de aquilea. En otras palabras, el método "rigurosamente científico" de predecir el futuro se puede aplicar sólo en casos especiales: cuando la acción no es urgente, cuando los factores en juego son en su mayor parte mecánicos, o en circunstancias tan limitadas que resultan triviales. Con mucho, la mayor parte de nuestras decisiones importantes dependen de la "corazonada", en otras palabras, de la "visión periférica" de la mente.
 
Es entonces totalmente válido y sustentable desde esta perspectiva tomar decisiones de manera intuitiva, ya que según esta lógica, por más valoraciones que se puedan tomar, por más que se mida en una balanza, al final del camino siempre se llega al momento donde no queda más que dejarlo a nuestra mente primigenia, a esa visión periférica de nuestro razonamiento. 

Entonces ¿porqué perder tanto tiempo en indecisiones y no hacerlo desde el principio.?

viernes, 11 de abril de 2014

LA IGNORANCIA.

     


La sabiduría no conoce, pero ilumina la más profunda hondura. El espíritu no calcula, pero responde a las necesidades del momento dado. Como no calcula, el espíritu brilla en gloria solitaria en lo que está más allá del mundo. Porque no sabe, la Sabiduría ilumina el Misterio más allá de los asuntos humanos. Sin embargo, aunque la Sabiduría se halla fuera de los asuntos, nunca carece de ellos. Aunque el Espíritu se halla más allá del mundo, siempre se queda dentro de él.

Seng Chao

miércoles, 2 de abril de 2014

ERRORES

Yamamoto Tsunetomo en su obra Hagakure (oculto bajo las hojas) escribió: 

"En el tiempo del Señor Katsushige, los Samurais tenían una divisa favorita: "Si no habéis sido ronin siete veces, no podréis reivindicar efectivamente el título verdadero de Samurai. Tropezad y caed siete veces, pero levantaos a la octava."  

Es muy común, que nuestro ego nos permita un estado de confianza respecto a nuestros actos cotidianos, la experiencia a veces nos dá la falsa sensación de ser infalibles en aquellas actividades que dominamos con un cierto grado de destreza. Sin embargo cuando los errores se cometen, invariablemente,  sentímos un alto grado de estupefacción, procedido de ese sentimiento de encontrar desesperadamente una explicación ajena a nosotros, una variante que nos explique como hemos podido errar en algo que nos es tan común, y por ende fácil. Al menos yo, soy demasiado orgulloso para aceptar un error facilmente, me consta perfectamente que soy muy descuidado en todo lo que hago, probablemente es una de las razones por las cuales he practicado artes marciales la mayor parte de mi vida, porque exigen un grado de atención máximo de una manera que no puede ser desatendido ningún aspecto sin sufrir una consecuencia bastante evidente (un buen costalazo), pero por alguna extraña razón que aun no comprendo, cometer un error que tenga consecuencias en terceros y que sea solo atribuible en todo o en parte a mi falta de cuidado, me sigue afectando demasiado, me sorprendo dandole vueltas y vueltas al asunto hasta que por acción del tiempo o por distracción en otras responsabilidades olvido un poco el sentimiento pero ni por poco el caso, al grado tal que recuerdo muchos errores y verguenzas que llegué a pasar en mi infancia.

Comprendo que mi actitud ante los errores es, valga la redundancia, erronea, ya que se debe saber soltar hasta aquello de lo que somos responsables, no solo como un acto de indolencia ni como mera comodidad, sino para ser capaces de actuar de manera correcta en nuestras demás obligaciones,  (es muy común que tras un error tengamos una cadena lamentable de estupideces el mismo día, bueno al menos para mí), esto sucede por quedarnos aferrados al hecho, lo cual en términos llanos podríadescribirse como seguir caminando volteando hacia atrás buscando la piedra con la que nos tropezamos. 

En la práctica del Kendo existe un término para describir un estado mental que permite corregir la mala costumbre de aferrarse a momentos pasados, denominado Zanchín, una descripción de zanchin es hecha en el Itto Ryu Densho de la siguiente manera: 

"Zanchin significa que cuando se golpéa se debe hacer sin retener la mente. Cuando intentas una técnica sin ninguna duda, aun. Y cuando ésta resulte exitosa, tu mente permanecerá ligada y retenida. Si realizas un golpe con total abandono de intención, posteriormente tu volverás automáticamente al estado en el que te encontrabas antes del golpe. Si no se pone atención en esto, tu mente se asemejará al un zorro suspicáz.... Si retienes tu mente serás derrotado cuando te encuentres un una posición de ganar y atacarás cuando estés en una posición de ser derrotado... Para compararlo con los actos del bien y el mal: si un hombre se aparta brevemente de la senda del bién  y comete un acto malvado, ganará un profundo conocimiento del significado de la bondad. Lo mismo sucede en el estudio de la espada, en todo momento te verás forzado a olvidar lo aprendido y volver al estado mental del principiante desde donde comprenderás la importancia de ser diligente en todos tus actos.

Zanchin también significa que si se actúa sin retener la mente, la mente naturalmente permanecerá, es decir que la mente volverá al lugar en el que se encontraba justo antes de nuestro acto. Cuando se vacía lentamente el contenido de una taza de té en la tierra, siempre quedarán gotas aferrandose en la orilla. Cuando rápidamente y sin pausa se lanza el líquido en la tierra, nada permanece en la taza."

Lo destacado en esta descripción primero que nada, es la importancia de no rezagar la conciencia en obsesión con lo ocurrido, más aún, que tras cometer un fallo, sin obsesionarse con ello, se debe aprender de el, como una herramienta  que nos recuerda el cuidado que debemos de tener con las cosas que hoy dominamos, como el que teníamos cuando nos eran totalmente desconocidas.