Habitamos entre infinidad de ruidos mentales que hacen un murmullo de fondo abrumador, que vuelve la posibilidad de silenciar nuestra mente en un acto de poder sin precedente para cualquier ser humano, detener el flujo de la corriente del río de nuestros pensamientos, parecería un acto de relativa sencillez, todo como dejar de hacer, sin embargo nuestra naturaleza en el progreso de nuestra evolución nos dicta totalmente otra linea de acción, la de la acción a toda costa, la de la acción sin tapujos ni sin límites en la utilización de todos los recursos al alcance, convirtiendo nuestro actuar en el campo de lo desconocido en un despilfarro de fuerza, para después, por experiencia en error y acierto, recopilar información y buscar economizar la energía necesaria en lo que hacemos. Esto no implica solamente una energía física, sino mental y más que nada emocional, cuando nos aventuramos a sentir por vez primera, o al menos verdaderamente sentir, lo hacemos de manera tan intensa que nos provoca una debilidad, la debilidad que surge de vaciar nuestras sensaciones, y es el vacío de sensaciones lo que nos atemoriza.
El vacío mental implica el vacío de intención; la difícil sencillez de lo natural ocurre solo de esta manera, ya que paradójicamente, no puede ser buscada de manera intencional.
Cuando la penumbra nos rodea, no podemos nunca vislumbrar una salida, inmersos en la oscuridad total, perdemos toda perspectiva, solo nos resta encender una luz. ¡Ciérrate a la dispersión! y así, aumenta tu energía. La energía es vitalidad y la vitalidad es un umbral a través del cual entra la luz.
Solo sintiéndonos importantes invadidos por el ego, podemos deprimirnos, podemos reprocharnos; solo dándonos importancia abrimos la puerta al sufrimiento.
Con perspectiva, podemos percibir que el problema o problemas que nos aquejan son solo un instrumento tocado de manera irritante en el conjunto de una gran orquesta que es nuestra vida, la pregunta obligada es: ¿porqué solo somos capaces de escuchar ese sonido en toda la sinfonía?. El verdadero poder, el verdadero reto, es escuchar la pieza en conjunto, incluyendo (claro está) el sonido que nos irrita, y quién sabe, encontrar en éste una lógica, la que implica entender que dicho sonido no carece en lo absoluto de sentido en el conjunto y quizá es lo que le da forma a nuestro ruido interior.
La vitalidad, la fuerza que emana de ella, no es nada más que la libertad de escoger un camino hacia el infinito, no importa cual sea, siempre que nos funcione, ¿como descubrir si nos funciona?, simple: siempre que la elección que tomamos determine que caminas hacia adelante, hacia arriba hacia adentro hacia el todo, tu brújula funciona. Dejemos de ver con ojos prestados, para dejar de sentir remordimientos ajenos.

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