¿Quién ha creado el sol?, ¿quién ha creado el eterno firmamento?, ¿quién ha puesto flores frescas a mis pies y oscuras estrellas sobre mi cabeza? ¿quien conduce el caos de esta sinfonía de sonidos que llenan mi oídos? ¿de donde ha surgido el sucio barro cocido que da forma al extraño cuenco que tocan mis labios? ¿quién es el dueño del hirviente agua que deliciosamente quema mi boca?.
No lo sé.
En humildad reconozco, que cuando me haya ido, el sol seguirá en el cielo, el firmamento cubrirá aun tu cabeza, las flores secas serán, y las oscuras estrellas brillarán y guiarán tus sueños, la sinfonía inundará la noche, el cuenco volverá al barro, y el agua ahora fría yacerá en el suelo.
Pero cuando mi ser, sea consciente de su inexistencia, y vuelva a ser uno con el todo, el sol que que lástime tu mirada, no sera mi sol, el firmamento que cubra tu ser mientras caminas a la nada, no será mi firmamento, las flores que aplastes, no serán mis flores, las estrellas que iluminen tu noche mientras duermes, no brillarán para mí, y los sueños que olvides, no serán míos para ser soñados intensamente, ni la sinfonía que ignores, se escuchará en mis oídos, ni el barro que sostengas indiferente, enfriará mis manos y el agua que rechaces, le será negada a mis labios.
Yo soy el creador de todo esto.
El sol que ahora veo es mi sol;
el firmamento que me cubre, ha sido puesto ahí por mí;
soy el dueño de las flores y las estrellas, que marcan mis pasos;
mis sueños, oh mis mis tenebrosos sueños!, no escapan de mis dominios;
soy el director de mi propia sinfonía; el artesano del cuenco;
y mis labios son los que queman al agua fría.
No hay un solo mundo, hay miles, un mundo por cada consciencia, una existencia por cada inexistencia.
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