martes, 17 de marzo de 2015

MENTIRA

Todo tiene su origen en el vacío, permanece por un periodo de tiempo y luego vuelve de donde proviene, nada es permanente, todo lo que vemos y nombramos es inexistente; disfrazamos a la nada con forma y sonido. 

Tu y yo, despojados de nombre y alma, somos lo mismo, una substancia, la misma substancia de todo, la substancia es el vacío, porque nadie está ahí para nombrarla, la substancia lo es todo y nada. Ni los lejanos astros, ni la carne de otro mundo, es distinta en substancia a lo que cubre el cadáver que tu alma se empeña en arrastrar de un lugar a otro. Nada permanece, nada te pertenece, todo está en constante cambio, el origen de todo sufrimiento proviene del engaño de creer real y permanente aquello que de la nada surge y a la nada vuelve.

Solo el amor que sientes es el amor que puede de ti ser arrancado, es una mentira que vale la pena creer, y solo es real cuando entiendes que no existe y aun así estas dispuesto a aferrarte a él.

Porque cuando saltas al vacío el vacío ha dejado de tener a que aferrarse, y cae. Tú, viajero errante, que buscas un lugar quieto donde apaciguar tu alma, te aferras a una ilusión, porque aunque ese lugar existiere, la calma fuera fértil, y la paz creciera ahí, terminarías por entender que no hay viajero, no hay viaje y tu alma no es tuya para ser apaciguada.


Accedes a conformarte con ilusiones cuando tú mismo eres ilusión. ¿Cómo piensas tú, pues, trascender?


"El mundo no te retiene: tú mismo eres el mundo, 
que tan duramente en ti, 
te tiene contigo prisionero."

miércoles, 4 de marzo de 2015

EL DUEÑO DE TU SUFRIMIENTO

Vivimos en un mundo, de causa y efecto, el sol sale cada mañana y se pone al atardecer, la luz cede a la oscuridad, la oscuridad se desvanece y aparece la luz, no hay misterio en ello, todos estamos de acuerdo en que todo efecto proviene de una causa, sin la cual, aquél no existiría, la semilla del naranjo que cae en tierra fértil, hará crecer un naranjo, no un manzano ni un cedro, sino un naranjo y nada más. Nuestro planeta surge en las mismas condiciones, con un clima y combinación de elementos ideales para dar vida, la vida surge y cuando el clima y los elementos desaparezcan, la vida no será más. Todo tiene una causa y un efecto y todos, aceptándolo o no, vivimos y morimos bajo esta regla.

Curiosamente, en lo que respecta a nuestra desgracia personal, no recordamos esta regla, nos declaramos irresponsables de nuestro dolor, nuestra pena siempre es bastarda, tiene padres ajenos a nosotros mismos, culpamos a nuestros padres, a nuestros hermanos, a nuestro gobierno, a la mala fortuna, a Dios....

Es verdad sin embargo, que nuestro dolor se manifiesta a través de los actos de otros, un ladrón, un asesino, un amor no correspondido, un marido abusador, una esposa infiel, un padre alcohólico, una madre castradora, un jefe déspota, un policía corrupto. Y aunque lo neguemos, porque el disfraz de víctima es mucho más cómodo que el de cómplice involuntario, en el fondo sabemos que nosotros entramos por nuestro propio pié o permanecemos inamovibles en situaciones que nos lastiman, hasta que no podemos más y a veces es demasiado tarde.

Pero el sentido de mi idea no es este, porque a pesar de creer firmemente que somos arquitectos de nuestra propia suerte, también somos dueños de nuestro sufrimiento. Sufrimos por apego, esa clase de apego que más dañino es, el apego al dolor, el apego a situaciones que nos hicieron daño, y vivimos en una constante y aberrante repetición de experiencias, al grado tal que nos dedicamos a vivir en nuestro pasado, en lo que creemos que nuestro pasado es, y nos condenamos a una prisión vitalicia.  

Yo soy dueño de mis actos, soy dueño de mi apego a mi dolor, el sufrimiento es mio, la insatisfacción tiene su origen en mi y en nadie más, puedo intentar culpar en mi arrogante ignorancia a otros por mi dolor, pero no puedo dejar en manos de otro mi decisión de seguir sufriendo.


lunes, 2 de marzo de 2015

EL CREADOR

¿Quién ha creado el sol?, ¿quién ha creado el eterno firmamento?, ¿quién ha puesto flores frescas a mis pies y oscuras estrellas sobre mi cabeza? ¿quien conduce el caos de esta sinfonía de sonidos que llenan mi oídos? ¿de donde ha surgido el sucio barro cocido que da forma al  extraño cuenco que tocan mis labios? ¿quién es el dueño del hirviente agua que deliciosamente quema mi boca?.

No lo sé.

En humildad reconozco, que cuando me haya ido, el sol seguirá en el cielo, el firmamento cubrirá aun tu cabeza, las flores secas serán, y las oscuras estrellas brillarán y guiarán tus sueños, la sinfonía inundará la noche, el cuenco volverá al barro, y el agua ahora fría yacerá en el suelo.

Pero cuando mi ser, sea consciente de su inexistencia, y vuelva a ser uno con el todo, el sol que que lástime tu mirada, no sera mi sol, el firmamento que cubra tu ser mientras caminas a la nada, no será mi firmamento, las flores que aplastes, no serán mis flores, las estrellas que iluminen tu noche mientras duermes, no brillarán para mí, y los sueños que olvides, no serán míos para ser soñados intensamente, ni la sinfonía que ignores, se escuchará en mis oídos, ni el barro que sostengas indiferente, enfriará mis manos y el agua que rechaces, le será negada a mis labios.

Yo soy el creador de todo esto.

El sol que ahora veo es mi sol; 
el firmamento que me cubre, ha sido puesto ahí por mí;
soy el dueño de las flores y las estrellas, que marcan mis pasos;
mis sueños, oh mis mis tenebrosos sueños!, no escapan de mis dominios;
soy el director de mi propia sinfonía; el artesano del cuenco;
y mis labios son los que queman al agua fría.

No hay un solo mundo, hay miles, un mundo por cada consciencia, una existencia por cada inexistencia.

Si tu único sentido en esta ilusión que llamamos vida, ha sido crear un mundo digno de ser visto por otros ojos que no sean los tuyos, escuchado por oídos ajenos, tocado por otras manos, llorado por otras lágrimas. Entonces toda tu existencia, aunque ilusoria, habrá tenido sentido.