lunes, 11 de noviembre de 2024

IGNITIO

Y hoy encuentro lógica en mi costumbre de buscar refugio en los lugares físicos donde padecí tristeza en esta vida o en otras, esperanzado en que el abatimiento evoca al rayo, que le disgusta tocar tierra en el mismo sitio por segunda vez y si llegara a hacerlo, transgrediendo su propia naturaleza, lo hará por mí, y solo por mí; haciéndome digno a través de su indignidad. Porque, al igual que la tormenta que no se repite, la desdicha no puede ser idéntica, ni siquiera cuando regresa. Cada dolor deja una huella distinta, una cicatriz que cambia la forma de lo que somos. Quizás el rayo, en su arrogante violencia, entiende que la transformación es la única salvación que el hombre puede esperar: que al golpearme de nuevo, no lo hace para destruirme, sino para reconstruirme con el mismo fuego que me consume. Y así, entre la repetición y la novedad, entre la memoria y el renacer, encuentro el sentido de mi búsqueda. La tristeza, como el rayo, vuelve para crear, para marcar una diferencia, para dejarme ver la vida con una intensidad que no podría haber alcanzado sin su furia.

No hay comentarios: