viernes, 4 de mayo de 2018

ALEA IACTA EST




Es el lobo al que oigo, aullando en solitaria comunión con las estrellas,

O simplemente la auto importancia que emana de la servidumbre del ladrido de un perro?

¿Cuántos milenios tomó?

Torcer y torturar el orgullo de uno, para hacer una herramienta del otro

¿Y cómo medimos la distancia de espíritu a espíritu?

¿Y a quién le otorgamos la culpa?

Cuando vives lo suficiente comienzas a sorprenderte a ti mismo, comienzas a verte como una especie de dios, repentinamente comienzas a escuchar las palabras de las personas y a reconocer las plegarias ocultas, identificas a los estúpidos que están dispuestos a digerir cualquier patrón de pensamiento para no tener que pensar por ellos mismos.

Haz observado hombres alzarse a las cumbres del éxito y los has visto caer en pedazos, y comienzas a verte aparte de todo este drama, ausente, ajeno, por encima de todo ello y pronto nada de impresiona, nadie te duele, ninguno es capaz de decepcionarte, pronto comienzas a pisar a las personas, cuando los ves a tus pies, como recoger flores en un prado.

Si, se vuelve más extraño cada año. Eres el capitán borracho, en un barco imaginario, que crees que se dirige a una tormenta, en la cual ya estás naufragando y no quieres aceptar que los dados ya han rodado y tu destino ya fue decidido, no tanto por tus actos, sino por tus omisiones.



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