miércoles, 9 de marzo de 2016

ÁSPID, LEÓN Y DRAGÓN


A lo largo de nuestra vida nos vemos enfrentados con experiencias que nos marcan, nos construyen, nos dan forma. Situaciones que nos abren los ojos y nos dan una perspectiva distinta, un nuevo lente a través del cual miramos lo que nos rodea.

Constantemente se nos bombardea con la idea de la felicidad, con frases azucaradas, decretos llenos de esperanza y aseveraciones optimistas, que nos llevan a pensar que el placer, la despreocupación y serenidad son la constante. De alguna manera nos tragamos ese cuento, a pesar de que consciente o subconscientemente sabemos que al menos dentro del orden natural de las cosas nos aguardan ciertas tristezas, tragedias o dolor inevitables. La muerte es una certeza, a lo más que podemos esperar es que se presente en el orden cronológico, que nuestros antecesores mueran primero, y nuestros predecesores mueran después de nosotros. Pero a veces llegan tragedias o dolores inesperados, fuera de todo contexto, de toda lógica, la muerte de un hijo, de un hermano menor, de la pareja, de un amigo; una bofetada de realidad, que nos hace entender que este papel de protagonistas de nuestra propia vida no está basado en ningún guion, ningún libreto que previamente conozcamos, la oscilación entre el dolor y el placer es el lienzo donde se teje nuestro curso en este mundo.

Al respecto no hace mucho escuché en la radio, camino a mi trabajo la interpretación de un pastor, respecto un versículo en la biblia, lo curioso es que quien me conozca le parecerá raro que yo me hubiere interesado por escucharlo, sin embargo debo confesar que ante el asombro de quien crea conocerme tuve un placer culposo durante mi infancia a la lectura de las escrituras, de alguna manera era un niño religioso, tenía una fe sincera y devoraba pagina tras página de la biblia y lo que me llamó la atención de esté análisis que dicho religioso hacía era que, yo recordaba perfectamente el versículo al que se refería, forma parte del salmo 91, que básicamente un salmo que describe los beneficios de "morar" bajo la fe.

"sobre el león y el áspid pisaras, hollaras al cachorro del león y el dragón." 

Al respecto, el pastor o ministro (no sé) interpreta que la referencia que hace el salmo es que el león significa los problemas o los retos que prevemos, aquellos que si bien no deseamos los esperamos, la muerte de nuestros abuelos, padres etc. enfermedades, inversiones, hipotecas. 

El áspid, son aquellos sufrimientos inesperados, aquellos que ni deseamos ni esperamos, aquellos que vienen a golpear nuestra vida desde el punto ciego.

El cachorro del león, son aquellos problemas pequeños, que si no afrontamos a tiempo se volverán enormes cargas, aquellos que nuestro racionamiento y circunstancias nos permiten identificarlos cuando son fáciles de resolver.

Por último, el dragón es todo aquel problema imaginario, cosas que nos perturban y nos quitan el sueño, que tememos profundamente, pero que no están ahí. No son problema en su naturaleza, pero por aprehensión los volvemos muros infranqueables.

Me parece una interpretación muy bella, en lo particular creo que es solo eso, una interpretación afortunada, ya que creo que el salmo es una alabanza, que hace uso de alegorías muy frecuentemente, y a veces solo ornamentalmente. Sin embargo creo que la interpretación es atinada en describir las clases de problemas a los que nos enfrentamos en el transcurso de nuestra vida.


"El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional".

martes, 1 de marzo de 2016

DUBIUM




"¿por qué siempre solo, acompañándoos de tristes pensamientos y acosado por ideas que debieron morir con los que las engendraron? Debe darse al olvido lo que no tiene remedio. Lo hecho, hecho está"

Como situar la duda? como un defecto, como una pericia, como un talento? ciertamente no tiene ninguna relevancia situar algo tan inevitable como la duda, sin embargo me daría un cierto grado de paz en mi interior, saber en que momento la duda es por mi supervivencia y cuando es mi perdición, debo dudar de ti o de mí, de mi razón, o mi razón de mis motivos. la duda sustrae de la materia la sustancia, la envenena rápido para hacer de lo que en otro momento y sin su intervención es sano, algo malicioso. Y acaso ¿si no devuelve la sustancia a la materia de manera rápida, deja a cualquier acto como inocuo y por lo tanto estéril?. ¿Dudar de la propia duda es válido? a veces parece más virtud que pecado, cuando es virtud lleva extrañamente aparejado castigo y cuando es pecado uno nunca se entera, ¡¡¡que clase de demonio ha creado esta desgracia!!!

Aferrado al síntoma, a veces se encuentra la cura, pero no la enfermedad, dando tumbos en una oscuridad autoinflingida a veces se encuentra la luz de la verdad, lo triste a veces no conmueve, a veces glorifica, no hay condena si no se entiende la naturaleza del pecado, podemos ir por ahí como imbéciles en el pecado y ser tan salvos como el santo más piadoso, pero entonces ¿para que pecar?. Si yo fuera el altísimo castigaría de igual forma al que no apreciara la belleza contenida en la ofensa, el sabor del fruto y el olor de la carne, que al que sabiéndolo no lo hubiera probado por temor a mi castigo. Pero he aquí que no soy el altísimo, ni mis pecados son los suyos, ni sus castigos se asemejan a los míos. Cuanto placer hallaría mi pecador en mis tormentos, que pecaría solo para sufrirlos, cuan desdichados serían mis santos.

He aquí mi nuevo y más sublime mandamiento, pecaras en tu hermano como deseas que tu hermano peque en ti mismo. Amarás en tu hermano lo que ames de ti mismo y jamás dudaras de mi castigo.

 "Ya están mis manos del color de las vuestras; pero me avergonzaría de tener un corazón tan blanco... ¡No os dejéis perder tan miserablemente en vuestros pensamientos!