A lo largo de nuestra vida nos vemos enfrentados con experiencias que nos marcan, nos construyen, nos dan forma. Situaciones que nos abren los ojos y nos dan una perspectiva distinta, un nuevo lente a través del cual miramos lo que nos rodea.
Constantemente se nos bombardea con la idea de la felicidad, con frases azucaradas, decretos llenos de esperanza y aseveraciones optimistas, que nos llevan a pensar que el placer, la despreocupación y serenidad son la constante. De alguna manera nos tragamos ese cuento, a pesar de que consciente o subconscientemente sabemos que al menos dentro del orden natural de las cosas nos aguardan ciertas tristezas, tragedias o dolor inevitables. La muerte es una certeza, a lo más que podemos esperar es que se presente en el orden cronológico, que nuestros antecesores mueran primero, y nuestros predecesores mueran después de nosotros. Pero a veces llegan tragedias o dolores inesperados, fuera de todo contexto, de toda lógica, la muerte de un hijo, de un hermano menor, de la pareja, de un amigo; una bofetada de realidad, que nos hace entender que este papel de protagonistas de nuestra propia vida no está basado en ningún guion, ningún libreto que previamente conozcamos, la oscilación entre el dolor y el placer es el lienzo donde se teje nuestro curso en este mundo.
Al respecto no hace mucho escuché en la radio, camino a mi trabajo la interpretación de un pastor, respecto un versículo en la biblia, lo curioso es que quien me conozca le parecerá raro que yo me hubiere interesado por escucharlo, sin embargo debo confesar que ante el asombro de quien crea conocerme tuve un placer culposo durante mi infancia a la lectura de las escrituras, de alguna manera era un niño religioso, tenía una fe sincera y devoraba pagina tras página de la biblia y lo que me llamó la atención de esté análisis que dicho religioso hacía era que, yo recordaba perfectamente el versículo al que se refería, forma parte del salmo 91, que básicamente un salmo que describe los beneficios de "morar" bajo la fe.
"sobre el león y el áspid pisaras, hollaras al cachorro del león y el dragón."
Al respecto, el pastor o ministro (no sé) interpreta que la referencia que hace el salmo es que el león significa los problemas o los retos que prevemos, aquellos que si bien no deseamos los esperamos, la muerte de nuestros abuelos, padres etc. enfermedades, inversiones, hipotecas.
El áspid, son aquellos sufrimientos inesperados, aquellos que ni deseamos ni esperamos, aquellos que vienen a golpear nuestra vida desde el punto ciego.
El cachorro del león, son aquellos problemas pequeños, que si no afrontamos a tiempo se volverán enormes cargas, aquellos que nuestro racionamiento y circunstancias nos permiten identificarlos cuando son fáciles de resolver.
Por último, el dragón es todo aquel problema imaginario, cosas que nos perturban y nos quitan el sueño, que tememos profundamente, pero que no están ahí. No son problema en su naturaleza, pero por aprehensión los volvemos muros infranqueables.
Me parece una interpretación muy bella, en lo particular creo que es solo eso, una interpretación afortunada, ya que creo que el salmo es una alabanza, que hace uso de alegorías muy frecuentemente, y a veces solo ornamentalmente. Sin embargo creo que la interpretación es atinada en describir las clases de problemas a los que nos enfrentamos en el transcurso de nuestra vida.
"El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional".