Solo los débiles son los que exigen sus derechos, los fuertes los toman. Se ha creado una nueva religión, la de la igualdad, con sacerdotes advenedizos, agazapados en túnicas bordadas con derechos igualitarios, donde se proponen obtener a cada uno la misma porción de beneficios, sin importar méritos y capacidades, tan solo por existir, la receta para la decadencia, un premio a la mediocridad, la antesala del caos.
La convicción y la fe, no son argumentos y mucho menos lo son para sacar a la luz la verdad. me aturden las risas de nuestros ancestros, arrancadas por la burla a nuestro proceder, viéndonos así, gobernados por los inferiores, los muchos postrados ante los pocos, los divergentes tratando de imponer la divergencia como virtud, argumentando que las diferencias son muestra de evolución, pero el abrumador porcentaje de divergencia en una especie, es deformación y no progreso, son el tumor tratando de convencer al cuerpo que leos de extirparse debe protegerlo y reproducirlo.
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