martes, 20 de mayo de 2014

REFLEJO


Me he acercado con curiosidad al final, 
Bajando a mi desenfrenado lastimoso vacío, 
Derrotado, 

concedo y me Muevo cerca 

Podria encontrar comodidad aqui 
Podria encontrar paz en el vacio 
Que patético 

Me esta llamando... 

Y en mi momento mas oscuro, fetal y lloroso 
La luna me dice un secreto - mi confidente 
"Tan llena y luminosa como me veo
Esta luz no es mia y 
Un millon de reflejos de luz pasan sobre mi"

Su fuente es brillante y eterna 
Ella resucita la desesperanza 
Sin ella, somos satelites sin vida a la deriva 

Y mientras levanto mi cabeza permanezco sin ninguna duda 
No quiero permanecer aqui abajo alimentando mi narcisismo. 
Tengo que cruficar el ego antes de que sea muy lejos muy tarde 
Rezo a la luz me eleva 
Antes de que nos consumamos.


Letra de "reflection" del Album Lateralus de Tool.


jueves, 8 de mayo de 2014

ZEN Y LA CEREMONIA DEL TÉ

La ceremonia monástica del té fue introducida en el Japón por Eisai y aunque su  forma difería del actual cha-no-yu, ése fue su origen. Parece haber sido adoptada para usos seculares durante el siglo XV. Luego el cha-no-yu propiamente dicho fue perfeccionado por Sen-no Rikyu (1518-1595), de quien proceden las tres principales escuelas de té que hoy florecen. El té ceremonial no es el té corriente que viene en hojas y que se vierte en agua caliente; es un té verde finamente pulverizado, que se mezcla con agua caliente mediante un batidor de bambú hasta que se convierte en lo que un autor chino llamaba "la escarcha del jade líquido". 

Cha-no-yu es apreciado sobre todo cuando se limita a un grupo pequeño o a sólo dos compañeros, y era especialmente estimado por los antiguos samurai —como hoy lo es por parte de los fatigados hombres de negocios— como franco escape del alboroto mundano.

Idealmente, la casa destinada al cha-no-yu es una pequeña choza separada del edificio principal y en su propio jardín. La choza está cubierta de tatami (esteras de paja) alrededor de un hoyo para el fuego. El techo generalmente está cubierto de paja de arroz, y las paredes, como en todas las casas japonesas, son de papel shoji sostenidas por soportes verticales de madera de acabado natural. Un lado de la habitación está ocupado por un nicho (tokonoma), lugar donde se cuelga un solo rollo de pintura o de caligrafía, y se coloca una piedra, una rama florida, o algún objeto de arte. 

Aunque la atmósfera es formal, da una extraña sensación de descanso y los invitados se sienten en libertad para conversar u observar en silencio, según sus deseos. El anfitrión prepara sin apresurarse un fuego de carbón vegetal y con un cazo de bambú vierte agua en un perol rechoncho de hierro marrón suave. De la misma manera formal y sin apresuramiento trae los otros utensilios: un plato con algunas tortas, la caja y el bol para el té, el batidor y un bol mayor para las sobras. 

Durante estos preparativos prosigue la conversación ocasional, y pronto el agua en el perol comienza a hervir y a suspirar; entonces los invitados callan y escuchan. Después de un momento el dueño de casa sirve el té a los invitados uno por uno tomándolo del mismo bol. Con una astilla de bambú doblada en forma de cuchara saca el té de la caja, vierte el agua del perol con un cazo de mango largo, lo revuelve rápidamente con el batidor hasta que parece escarcha y coloca el bol delante del primer invitado con el lado más interesante hacia él. 

Los boles que se utilizan en el cha-no-yu generalmente son de color apagado y de terminación rústica; a menudo la base no ha sido vidriada, y por lo común se ha dejado correr el vidriado de los costados. Esto, que originariamente fue un error afortunado, ha permitido infinitas oportunidades al "accidente controlado". Gozan de especial favor los boles coreanos para el arroz, de lo más barato que hay. Son unos cacharros campesinos de tosca textura de donde los maestros del té han seleccionado obras maestras de la forma obtenidas inintencionalmente. La caja de té es a menudo de plata deslustrada o de laca intensamente negra, aunque a veces también se utilizan potes de medicinas, en porcelana antigua, es decir, artículos puramente funcionales que los maestros han elegido por su belleza sin afectación. 

Una famosa caja de té una vez se hizo pedazos y fue reparada con cemento de oro convirtiéndose así en un objeto aun más valioso por las accidentales líneas doradas que cubrían su superficie. Después de tomar el té los invitados pueden pedir que se les deje ver todos los utensilios utilizados, pues cada uno de ellos ha sido hecho o escogido con el mayor cuidado, y a menudo se lo ha sacado para la ocasión debido a alguna particularidad que puede tener especial interés para alguno de los invitados. 

Todo lo que pertenece al cha-no-yu ha sido seleccionado de acuerdo con cánones de gusto acerca de los cuales los hombres más sensibles del Japón han reflexionado durante siglos. Aunque la elección generalmente es intuitiva, una cuidadosa medición de los objetos revela proporciones inesperadas e interesantes: obras de geometría espontánea tan notables como la célebre concha en espiral del nautilo o la estructura del cristal de la nieve. Arquitectos, pintores, jardineros y artesanos de todas clases han trabajado en consulta con los maestros cha-no-yu, como una orquesta con su director, de manera que su "gusto Zen" se ha transmitido a los objetos hechos por los mismos artesanos para el uso diario. Esto se aplica en particular a las cosas ordinarias, funcionales: implementos de cocina, papel shoji, boles para la sopa, teteras y tazas comunes, esteras para el piso, cestos, botellas y potes de uso corriente, tejidos para ropa del vestir cotidiano, y cien otros artefactos sencillos en los que los japoneses muestran su buen gusto con gran lucimiento. 

El "Zen" del cha-no-yu se destaca sobre todo por el carácter puramente secular del ritual, que no tiene carácter litúrgico como la misa católica o las complicadas ceremonias del Budismo shingon. Aunque los invitados evitan hablar de política, de dinero o de negocios, a veces se conversa, sin discutir, sobre temas filosóficos, pero los asuntos preferidos se refieren al arte o a la naturaleza. Hay que recordar que los japoneses toman esos temas con tanta facilidad y naturalidad como nosotros hablamos de deportes o viajes, y que cuando hablan de la belleza natural no hay en ello la afectación que podría haber en nuestra cultura. Además, no tienen el menor asomo de sensación de culpa por este admitido "escape" que los aleja de las pretendidas "realidades" del comercio y de la competencia mundana. Escapar de estas empresas es tan natural y necesario como dormir, y por ello los japoneses no se sienten avergonzados ni arrepentidos por el hecho de pertenecer por un rato al mundo taoísta de ermitaños despreocupados, que vagan por las montañas como nubes llevadas por el viento, sin tener que hacer otra cosa que cultivar unas verduras, mirar cómo se desliza la niebla y escuchar las cascadas. Algunos, quizá, hallan el secreto de armonizar ambos mundos, de ver que las "duras realidades" de la vida humana son el mismo producto sin objeto del Tao que los dibujos de las ramas contra el cielo. Dicho con las palabras de Hung Tzu-ch'eng:

Si la mente no está recubierta de viento y de olas, siempre vivirás entre montes azules y árboles verdes. Si tu verdadera naturaleza tiene la fuerza creadora de la Naturaleza misma, dondequiera que vayas verás pecesque saltan y gansos que vuelan.



miércoles, 7 de mayo de 2014

EL ABRUMADOR PRESENTE

Sólo existe este ahora. No viene de ninguna parte; no va a ninguna parte. No es permanente, pero tampoco deja de serlo. Aunque se mueve siempre está quieto. Cuando tratamos de capturarlo parece huir, y sin embargo siempre está aquí y no hay modo de escapar de él. Y cuando nos volvemos para encontrar el yo que conoce este momento hallamos que se ha desvanecido como el pasado

Marea que. al moverse parece estar dormida, 
demasiado plena para hacer ruido o espuma. 

viernes, 2 de mayo de 2014

EL CIELO VACÍO

"Como el cielo vacío, carece de límites, pero está en su lugar, siempre profundo y claro. Cuando tratas de conocerlo, no puedes verlo. No puedes agarrarlo, pero no puedes perderlo. Al no poderlo tomar, lo tomas. Cuando callas, habla; cuando hablas, calla. El gran portón está abierto de par en par para dar limosnas, y ninguna multitud bloquea el camino. "

Cheng-tao Ke

LAVAR SANGRE CON SANGRE

Así como "el pez nada en el agua sin pensar en el agua, y el ave vuela en el viento sin conocer al viento", tampoco la verdadera vida del Zen necesita "levantar olas cuando no sopla viento", o introducir la religión o la espiritualidad como algo que está por encima de la vida misma. Por eso, con frecuencia se dice que aferrarse a sí mismo es como tener una espina clavada en la piel, y que el Budismo es una espina para extraer la primera. Una vez sacada, ambas espinas se tiran. Pero si el Budismo, la filosofía o la religión se convierten en otro modo de aferrarse a sí mismo mediante la búsqueda de una seguridad espiritual, las dos espinas se convierten en una, y entonces ¿cómo se las va a extraer? Como decía Bankei, esto es "lavar sangre con sangre". Por tanto en el Zen no hay yo ni Buddha al que uno pueda aferrarse, ni bien que ganar ni mal que evitar, ni pensamientos que desarraigar, ni mente que purificar ni cuerpo que perecer ni alma que salvar. De un solo golpe todo el andamiaje de abstracciones es reducido a polvo. Como dice el Zenrin:

Para salvar la vida hay que destruirla.
Cuando está totalmente destruida, por primera vez quedamos en paz.

Una palabra establece el cielo y la tierra, una espada nivela el mundo entero.