lunes, 17 de febrero de 2014

LA GUERRA DEL ESPÍRITU

La paz supera a la guerra, seras incapaz de defender la paz, si careces de paz que defender. Crea paz. Crea amor. Aprende estas dos cosas y márcalas en tu interior de manera permanente y cualquier senda será tu senda. El guerrero espiritual no cuenta con ningún enemigo más allá de él mismo. La lucha es siempre aquella que busca superarle. No puedes controlar el cómo otros han de actuar, pero eres capaz de gobernar la forma de tu propio actuar y reaccionar.

Las luchas físicas son solo un mero reflejo de la lucha espiritual que experimentamos diariamente, cada uno de nosotros sostenemos una lucha personal. Solo hay dos lados en una lucha, no existe nada llamado terreno neutral y por no existir este justo medio los guerreros de ambos lados se encuentran impedidos para titubear cuando chocan. Titubear significa dudar y la duda guía al fracaso. Como un espejo que refleja imagenes sin convertirse en las imágenes, la mente del guerrero flota de una situación a otra sin apego alguno, desde ese estado surge una sabiduría intrínseca, que permite desarrollar el poder de realizar actos extraordinarios por individuos ordinarios.

Un guerrero preguntó a un maestro Zen, cómo debería actuar en el fulgor de la lucha, el maestro dijo: La única forma sensata de hacerlo es sostener tu espada en alto y cargar sin mirar atras. Desde la misma cuna hasta nuestra tumba, enfrentamos oposición de toda clase, el mundo parece conspirar para evitar nuestro progreso, en esta aparente oposición creemos que consiste el progreso. Enfrentando retos físicos o amenazas espirituales, solo podemos entender, despues de un tiempo de solo chocar como olas contra las rocas, que la única batalla que vale la pena luchar, y ganar es en nuestras mentes y que no debemos caer en la facil salida de odiar a nuestros oponentes, el origen y el final de todos los seres es uno y odiar  es siempre odiarse a si mismo.

No conoceras el mejor modo de bloquear una estocada hasta que la estocada venga de frente, es una dura lección que solo aprendes hasta que te encuentras frente a la punta de un shinaí, no existe la senda hasta que el primer paso es dado, entonces se presenta frente a tí, de una forma abrumadora, evidente e inminente. Este es el camino de la fé, si puedes moverte sin un plan y actuar sin un pensamiento, al final acabas comprendiendo que existe una fuerza interior que orquesta todo lo que haces, el modo en que te mueves, el modo en que escribes, el modo en que respiras o conduces un vehículo. Comprendes la lucha espiritual y participas de ésta, dejandote llevar un poco más cada día para descubrir tu propia naturaleza.

Es curioso que cuando comprendes ésto y lo estableces como el cristal con que miras las cosas, encuentras el camino en todos los caminos. No soy una persona particularmente religiosa, pero encuentro total entendimiento en las palabras de Cristo cuando dijo: El Padre es en mí, y yo soy en ustedes, o cuando léo Bhagavad-Gita y las palabras de Krishna "yo soy el yo en el todo". Comprendiendo que el origen de todos es el mismo, y no importa lo distante que hubiera caído del arbol, la astilla forma parte del mismo tronco, sabiendo que el tronco es divino, siempre puedes caminar confiado, en que cada paso, que cada toque de tus dedos en el suelo es el universo entero manifestandose, ¿quién puede dañarte más allá de tí? Las batallas se triunfan y se pierden en nuestra mente, todo es mente, tu eres el tu en todo, usa el todo para ti mismo, recupera tu mente de todo eso que se te ha inculcado y llenala del conocimiento que solo la batalla en tu interior puede otorgarte. El cielo no está sobre tu cabeza y no hay suelo bajo tus piés, al comprenderlo aún frente a un arma serás capaz de sonreír, sus balas no son capaces de saber donde guardas tu alma, atesora eso y vuelvete libre, al ser atacado por una fuerza física superior solo puedes "empuñar tu arma en alto y cargar sin mirar atras" ......o sonreír frente a la muerte.

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