Quizá, el silencio de sus
palabras es plenitud en entendimiento, quizá los hermosos labios sellados
ocultan sabiduría que buscan:
Acaso el correcto entendimiento;
Acaso la luz de
una palabra que los incite.
Quizá los bellos ojos abiertos alcanzan a ver que
las palabras adecuadas se atesoran y no se despilfarran en oídos incapaces de
comprender.
Quizá la reserva es la fuente de valor inconmensurable, quizá lo
que sostenemos por cierto, tenga un entendimiento diferente en su mente atrayente.
Quizá no conoce el lugar que le pertenece,
Quizá no alcanza a concebir que su
reserva brilla, destaca y es notada; que sus esfuerzos por pasar inadvertida
son estériles.
Quizá no ha visto que los ojos la ven y tratan de saber, de
comprender, la magia que aprisiona las mentes que la rodean.
Quizá no avista que
su latir, suave y sereno, conmueve los sentidos, que cualquier respuesta que proporcione,
no podrá jamás satisfacer la pregunta, ¿quién eres?.
Quizá no comprendo yo a donde lleva esta
danza de mentes, ¿devastación?, ¿decepción?,
Quizá nada sucede por azar, y dos
personas no cruzan su camino por casualidad, quizá están destinadas a enseñar
algo uno al otro, quizá deban destruirse, quizá construirse, quizá estas
enormes ganas de no saber nada de ti, más lo que veo, más lo que juego a ver,
en una apuesta conmigo mismo acerca de ti, he de ganar, he de perder.
Quizá no seas más que la eternidad a
través de la cual la belleza se descubre a sí misma, en su forma exquisita,
quizá sea ante la soledad del silencio, que coloca su rostro ante un espejo y
contempla su verdad, quizá es el conocedor y lo conocido; el observador y lo
observado; y ningún hermoso ojo como los suyos, han observado dentro de su
profundo universo.
Quizá no sabe que se ha topado con alguien que desea
ardientemente revelar lo que tenga que ser revelado de su propia historia.
“Y el resultado de
todo está en estas tres únicas palabras: ardía, ardía y ardía”.