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En el estudio de artes marciales tradicionales, particularmente las relacionadas con el Budo, se considera sin sentido y en definitiva contraproducente desarrollar en primer lugar y casi exclusivamente en los factores externos del arte, sobre el desarrollo físico del cuerpo y el modo hábil de maniobrar con las distintas estrategias de combate (tanto en forma dinámica como en técnica), sin desarrollar la condición interna de calma y control permanente. El cuerpo tiene límites demasiado evidentes, pero ¿quien puede describir con certeza los límites de la mente y su potencial de desarrollo?. Es más, ¿quién puede negar que el combate en realidad empieza en la mente?.
El ámbito de la mente es ilimitado y en constante expansión. El hecho de desarrollar las facultades de imaginación y control de la mente y coordinarlas todas con las facultades físicas y funcionales del cuerpo provoca una intensificación de las posibilidades del cuerpo y mejora su funcionamiento en general, mientras el carácter y la personalidad del individuo van creciendo y madurando.
Sin desarrollo interior, todo lo demás es ilusorio. La mente conduce al cuerpo, reiterando así el antiguo axioma de prácticamente todas las grandes civilizaciones "El espíritu ordena la materia".
Es lamentable, que con los conceptos meramente físicos y funcionales del combate, se impartan la enseñanza de métodos de lucha o combate. Independientemente de lo negativo que pueda resultar sembrar una semilla en una mente inmadura, sino porque se crea una falsa seguridad en la capacidad material de un individuo. Podemos ser los mejores boxeadores, o luchadores en un cuadrilátero y no tener una mente guerrera. ¿De que sirve derrotar a un contrincante si no sabes identificar una amenaza en la calle o resolver un dilema cotidiano?
Si no somos capaces de mantener esa distancia mental entre nosotros mismos y los acontecimientos a medida de que van floreciendo e incluso estallando a nuestro alrededor. Esos mismos acontecimientos tomarán control de nosotros y comenzarán a esclavizar nuestra mente.
Lo primero que aprendes en Kendo es a destruir la atención que los practicantes prestan a el arma del contrincante, los rostros o sonidos que emite; las actitudes amenazadoras y las técnicas irrelevantes. Porque como escribieron los antiguos maestros "no son más que apariencias".
La conciencia es el fundamento de la disponibilidad para un combate efectivo.